21 Y ocurrirá que, cuando mi señor el rey se acueste con sus padres,
yo y mi hijo Salomón seremos tratados como culpables.»
22 Estaba ella hablando con el rey cuando llegó el profeta Natán.
23 Avisaron al rey: «Está aquí el profeta Natán.» Entró donde el rey y
se postró sobre su rostro en tierra ante el rey.
24 Dijo Natán: «Rey mi señor: ¿es que tú has dicho: “Adonías reinará
después de mí y él será el que se siente sobre mi trono?”
25 Porque ha bajado hoy a sacrificar bueyes, vacas cebadas y ovejas
en abundancia, invitando a todos los hijos del rey, a los jefes del ejército y
al sacerdote Abiatar; están ahora comiendo y bebiendo en su presencia
y
gritan: “Viva el rey Adonías.”
26 Pero yo, tu siervo, y el sacerdote Sadoq y Benaías, hijo de
Yehoyadá, y tu siervo Salomón no hemos sido invitados.
27 ¿Es que viene esto de orden de mi señor el rey, y no has dado a
conocer a tus siervos quién se sentará después de él en el trono de mi señor
el rey?»
28 El rey David respondió diciendo: «Llamadme a Betsabé.» Entró
ella donde el rey y se quedó ante él.
29 El rey hizo este juramento: «Vive Yahveh que libró mi alma de
toda angustia,
30 que como te juré por Yahveh, Dios de Israel, diciendo: Salomón tu
hijo reinará después de mí, y él se sentará sobre mi trono en mi lugar, así lo
haré hoy mismo.»
31 Se arrodilló Betsabé rostro en tierra, se postró ante el rey y dijo:
«Viva por siempre mi señor el rey David.»
32 Dijo el rey David: «Llamadme al sacerdote Sadoq, al profeta Natán
y a Benaías, hijo de Yehoyadá.» Y entraron a presencia del rey.
33 El rey les dijo: «Tomad con vosotros a los veteranos de vuestro
señor, haced montar a mi hijo Salomón sobre mi propia mula y bajadle a
Guijón.
34 El sacerdote Sadoq y el profeta Natán le ungirán allí como rey de
Israel, tocaréis el cuerno y gritaréis: “Viva el rey Salomón.”
35 Subiréis luego detrás de él, y vendrá a sentarse sobre mi trono y él
reinará en mi lugar, porque le pongo como caudillo de Israel y Judá.»
36 Benaías, hijo de Yehoyadá, respondió al rey: «Amén. Así habla
Yahveh, Dios de mi señor el rey.
37 Como ha estado Yahveh con mi señor el rey, así esté con Salomón
y haga su trono más grande que el trono de mi señor el rey David.»
38 Bajaron el sacerdote Sadoq, el profeta Natán, Benaías, hijo de
Yehoyadá, los kereteos y los peleteos, e hicieron montar a Salomón sobre
la mula del rey David y le llevaron a Guijón.
39 El sacerdote Sadoq tomó de la Tienda el cuerno del aceite y ungió
a Salomón, tocaron el cuerno y todo el pueblo gritó: «Viva el rey
Salomón.»
40 Subió después todo el pueblo detrás de él; la gente tocaba las
flautas y manifestaba tan gran alegría que la tierra se hendía con sus voces.
41 Lo oyó Adonías y todos los invitados que con él estaban cuando
habían acabado de comer; oyó Joab el sonido del cuerno y dijo: «¿Por qué
este ruido de la ciudad alborotada?»
42 Estaba todavía hablando cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote
Abiatar; y Adonías le dijo: «Ven, pues eres un hombre valeroso y
traerás
buenas noticias.»
43 Jonatán respondió a Adonías: «Todo lo contrario. Nuestro señor el
rey David ha proclamado rey a Salomón.
44 El rey ha enviado con él al sacerdote Sadoq, al profeta Natán, a
Benaías, hijo de Yehoyadá, a los kereteos y peleteos, y le han hecho montar
sobre la mula del rey.
45 El sacerdote Sadoq y el profeta Natán le han ungido rey en Guijón;
han subido de allí llenos de gozo; la ciudad está alborotada; y
ése es el
tumulto que habéis oído.
46 Más aún, Salomón se ha sentado en el trono real,
47 y los servidores del rey han ido a felicitar a nuestro rey David
diciendo: Que tu Dios haga el nombre de Salomón más dichoso que tu
propio nombre y haga su trono más grande que tu trono. El rey se
ha
prosternado en su lecho,
48 y ha dicho así: “Bendito Yahveh, Dios de Israel, que ha permitido
que un descendiente mío se siente hoy sobre mi trono y que mis
ojos lo
vean.”»
49 Todos los invitados que estaban con Adonías temieron y,
levantándose, se fueron cada uno por su camino.
50 Adonías tuvo miedo de Salomón; se levantó y se fue y se agarró a
los cuernos del altar.
51 Avisaron a Salomón: «Mira que Adonías tiene miedo del rey
Salomón y se ha agarrado a los cuernos del altar diciendo: Que el
rey
Salomón me jure desde hoy que su servidor no morirá a espada.»
52 Dijo Salomón: «Si es hombre honrado, no caerá en tierra ni uno de
sus cabellos, pero si se halla maldad en él, morirá.»